El del líder es un rol complejo que, como todo arte, se perfecciona con las horas de práctica. Y como ningún marinero experto se hizo en días de mar en calma, los tiempos que corren son propicios para reforzar esas destrezas que ayudan a lidiar con la complejidad y a sostener el timón sin perder el foco o el equilibrio. Con eso en mente, te damos cinco ideas que según nuestra experiencia como consultora de recursos humanos favorecen un liderazgo efectivo.
1- Alimentar la creatividad.
La velocidad con la que cambia la realidad exige del liderazgo capacidad de dar soluciones novedosas a las demandas de los clientes. Para ello, el líder debe estar dispuesto a cuestionar la manera en que se logran los objetivos, e incluso los propios objetivos. Explorar nuevos caminos, dejar las puertas abiertas a la curiosidad, nutrirse con información e ideas de otras áreas de negocios son actitudes que ayudan a ampliar ese potencial creativo que permite marcar una diferencia a la hora de atender las necesidades del mercado.
2-Practicar la comunicación asertiva.
Ejercer influencia en los más diversos escenarios hace parte del día a día de un líder. Para lograrlo, su herramienta principal es la comunicación. Si se trata de presentar las metas al equipo, motivar, dar feedback, explicar tareas o promover la cooperación, resulta fundamental comunicar de forma clara, directa, honesta y respetuosa. Expresando ideas, sentimientos, necesidades y expectativas con un estilo asertivo se siembra confianza y, en consecuencia, se facilita el vínculo con los colaboradores.
3-Cultivar la inteligencia emocional.
Una persona capaz de reconocer sus propios sentimientos y los ajenos, y gestionarlos con inteligencia, tiene mucho más a su favor para dirigir a un equipo. En este sentido, es fundamental el autoconocimiento y el desarrollo personal, ya que en la medida en que crece el líder crecerá el negocio.
La utilidad de las competencias emocionales es muy amplia. Por ejemplo, la autorregulación permite gestionar escenarios complicados sin desbordarse, y que las presiones y los retos del día a día sean manejables. La empatía o las habilidades sociales, por su parte, son una llave para motivar al grupo a lograr los objetivos.
4-Desarrollar destrezas para gestionar conflictos.
Saber gestionar con tacto personas difíciles y situaciones tensas, o detectarlas antes que se generen, sobresale como una de las habilidades más importantes requeridas para liderar. Quienes suman destrezas en esta materia saben cambiar de roles según las necesidades que se derivan de una negociación, pueden ser desde iniciadores y coordinadores hasta dinamizadores, conciliadores o estimuladores. Un líder con aptitudes para solventar conflictos siempre encuentra la manera de cerrar capítulos con un acuerdo ganar-ganar.
5-Dar oportunidades al talento.
Una de las principales diferencias entre un jefe y un líder es que el primero se enfoca en dar directrices para que se cumplan tareas operativas, mientras que el segundo va más allá en muchos sentidos. En el marco del equipo, un líder también es un mentor que se involucra en el desarrollo de su gente. Hace las veces de coach y promueve el crecimiento de las personas para, además, favorecer con ello un clima de compromiso, en el que prevalezca el entusiasmo y la pasión por los retos.
¿Te animas a probar estas recomendaciones?
Sandra Barral. CORE
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